HOMILÍA SANTA MISA. Domingo 16 de enero de 2022 Tiempo Ordinario – Ciclo C – Año Par II DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO P. Hernán Ojeda Primera lectura: Is 62,1-5: Se regocija el marido con su esposa. Salmo responsorial: Sal 96(95), 1-2a.2b-3.7-8a.9-10a.c: Cantemos la grandeza del Señor. Segunda lectura: 1Cor 12,4-11: El mismo y único Espíritu
HOMILÍA SANTA MISA. Domingo 16 de enero de 2022
Tiempo Ordinario – Ciclo C – Año Par
II DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
P. Hernán Ojeda
Primera lectura: Is 62,1-5: Se regocija el marido con su esposa.
Salmo responsorial: Sal 96(95), 1-2a.2b-3.7-8a.9-10a.c:
Cantemos la grandeza del Señor.
Segunda lectura: 1Cor 12,4-11: El mismo y único Espíritu reparte a cada uno en particular como él quiere.
Evangelio: Jn 2,1-12: Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea.
Que bueno hermanos que hayamos venido a la Eucaristía, aunque la pandemia no da tregua, cuidándonos y confiando en Dios aquí estamos. Sigamos cuidándonos y sigamos confiando en Dios para que Él nos siga manteniendo con el milagro más grande que es la vida misma.
Hermanos: El encuentro diario con el Señor debe ser evidente en sus hogares y entre esposos. Aquella alegría del encuentro debe desbordarse en el trato amoroso y en la dulzura.
La primera lectura, tomada del libro del profeta Isaías, nos cuenta ese encuentro entre Dios y su pueblo y la alegría que causa aquello. Hay entre ellos piropos, palabras agradables, dulces y amables. Hermanos, ese encuentro tiene que darse, ese encuentro diario tiene que ser evidente en sus hogares y entre esposos. ¡Todos los días! La alegría de encontrarse, de estar juntos, aquella alegría que se desborde en el trato amoroso, en las buenas palabras, en los piropos, en la dulzura; hagan aquello hermanos para que se mantenga su matrimonio. Dios actúa así y sigue tratando así a su pueblo, es imagen de cómo debe ser el trato en la familia, especialmente entre esposos.
El hombre y la mujer, somos distintos; en su estructura psicológica y en su estructura biológica. Y siendo distintos, Dios nos ha puesto para que nos complementemos, para que uno y otro ponga sus capacidades por el bien de la familia.
Pablo escribe a los corintios en la segunda lectura, y nos habla de la diversidad de dones. Cada persona es distinta, cada quien tiene sus características, sus aficiones y sus talentos. Pero todo esto tiene que buscar el bien común, tiene que confluir para el bien común de todo el cuerpo, de toda la Iglesia y de la sociedad en general. Así mismo hermanos, el hombre y la mujer, somos distintos; en su estructura psicológica y en su estructura biológica. Y siendo distintos, Dios nos ha puesto para que nos complementemos, para que uno y otro ponga sus capacidades por el bien de la familia. No les ha hecho distintos para que choquen, para que peleen, para que estén en conflicto constante ¡No! A veces queremos que el sea como yo pienso, que ella se ajuste a mis caprichos, a mis planes, a mis gustos. ¡Pues no hermanos! No hay dominio entre el uno y el otro; hay comprensión y complementariedad, distintos para que se complementen y se ayuden en la vida matrimonial y familiar.
María le dijo a Jesús: “Ya no tienen vino”. Jesús le contestó: “Mujer, ¿qué podemos hacer tú y yo? Todavía no llega mi hora”. Pero ella dijo a los que servían: “Hagan lo que él les diga”.
El Evangelio nos cuenta de la presencia de María, los apóstoles y Jesús en un matrimonio que está comenzando, la boda de Caná. María ha sido invitada, también Jesús. Hay una dificultad en ese matrimonio, dificultades que hay en todo matrimonio, pero la oportuna intervención de María y de Jesús está ahí. María está atenta en cómo está ese matrimonio que está inaugurándose. Hay un problema, falta vino. Pero ella estaba invitada, está ahí atenta, ella sabe quien pude ayudar a solucionar este problema y acude a Jesús, su Hijo. Sabe quién es y le dice: Oye no tienen vino, haz algo con este problema, mira las dificultades que van a tener. Y Jesús, como que se niega: Pero mujer, ¿que podemos hacer tu y yo? Todavía no llega mi hora. Y María insiste, llama a los sirvientes, y les dice: Hagan lo que Él les diga.
Invita a María y a Jesús para que sean parte de tu hogar y de tu familia. Llena tu corazón de Cristo y Él convertirá todo en alegría.
Hermanos, nuestros hogares tienen problemas, no hay el vino de la comprensión, del amor, del respeto, de la fidelidad. No hay la alegría del encuentro diario, de aquello que propone Pablo en la segunda lectura, la complementariedad. ¡No la hay! Existen roces y confrontaciones. Pero si María ha sido invitada a nuestra familia, ella va a acudir a Jesús y a decirle: Mira el problema en el que están, mira la dificultad que tienen, no hay alegría, están peleándose, están mintiéndose, están engañándose. ¡Mira!
El Señor, ante los ruegos de su madre, va a acceder, a veces no va a ser de inmediato, pero al final accede. Y actúa el Señor transformando esa vida vacía, esas tinajas vacías de tu existencia, que han quedado vacías porque no las ha mantenido el amor. Va a decir el Señor: Llena de agua, llénate de la gracia de Dios para transformarla en vino. ¡Y se da el milagro! Agua transformada en vino de gran calidad.
¿Cómo llenar sus vidas de la gracia de Dios? Por medio de la oración, de la confesión, los sacramentos y de la lectura bíblica. Todo esto va a llenarles el corazón.
Repito hermanos, hay problemas en nuestros hogares, en nuestras familias y entre esposos. Tienen que llenar sus vidas de la gracia de Dios. ¡Llénenlas! ¿Cómo llenar sus vidas de la gracia de Dios? Por medio de la oración, de la confesión, los sacramentos y de la lectura bíblica. Todo esto va a llenarles el corazón. El Señor va a actuar, va a transformar y va hacer que ese amor que se estaba apagando y esa incomprensión que había entre ustedes, se conviertan nuevamente en ese amor entusiasta, fuerte y novedoso, así como cuando eran enamorados y como en los primeros años de matrimonio; pero tengan a María y a Jesús en sus hogares, Él va a transformarles. Si no está el Señor en sus hogares, se desbaratan y se destruyen; se vuelven vacíos, tinajas vacías e inservibles, no tienen nada. Y al no tener la gracia de Dios, ese vacío lo van a tratar de llenar con el alcohol, con la droga, con la traición y con tantos vicios. ¿Y cuándo va a solucionarse el problema?
El mejor vino es la comprensión, el amor, el entusiasmo, la alegría
Hoy, que han venido a la Eucaristía dominical, lleven de invitados a Jesús y a María; para que ellos actúen en sus familias y de esta manera se produzca el mejor vino. El mejor vino es la comprensión, el amor, el entusiasmo, la alegría de la familia reunida, de la familia que se comprende, de la familia que se respeta, de la familia que une sus vidas para superar dificultades, para avanzar en este mundo que está en crisis. ¡Unidos! ¡Que hermoso hermanos!
La presencia de Jesús y de María en los hogares es importante. ¡Vivan con el Señor!
El que da ese entusiasmo, esa fuerza, esa alegría, ese vino nuevo es Jesús.
La presencia de Jesús y de María en los hogares es importante. ¡Vivan con el Señor! ¡Qué lindo que marido y mujer vengan a misa! ¡Qué hermoso que marido y mujer recen y lean la biblia! ¡Qué hermoso que marido y mujer salgan a pasear, vayan a una fiesta! ¡Qué hermoso hermanos! ¡Qué lindo!
El que da ese entusiasmo, esa fuerza, esa alegría, ese vino nuevo es Jesús y María. ¡Que ellos estén siempre con ustedes! ¡Así sea!