Por los desafíos de la humanidad y de la misión de la iglesia El Papa Francisco confía cada mes a su Red Mundial de Oración, intenciones de oración que expresan sus grandes preocupaciones por la humanidad y por la misión de la Iglesia. Su intención de oración mensual es una convocatoria mundial para transformar nuestra
Por los desafíos de la humanidad y de la misión de la iglesia
El Papa Francisco confía cada mes a su Red Mundial de Oración, intenciones de oración que expresan sus grandes preocupaciones por la humanidad y por la misión de la Iglesia. Su intención de oración mensual es una convocatoria mundial para transformar nuestra plegaria en «gestos concretos», es una brújula para una misión de compasión por el mundo.
Intención del Papa Francisco Julio 2023:
Por una vida eucarística
Oremos para que los católicos pongan en el centro de su vida la celebración de la Eucaristía, que transforma profundamente las relaciones humanas y abre al encuentro con Dios y con los hermanos.
Oración Mensual
Jesús, Pan de Vida
cada vez que te recibimos en la Eucaristía
vienes a dar sentido nuevo a nuestras fragilidades
y nos recuerdas cuán valiosos somos ante tus ojos.
Que la participación frecuente en este sacramento
nos una cada vez más a ti
y nos haga asimilar tu manera de vivir,
tu capacidad de partirte y entregarte a los hermanos,
de responder al mal con el bien,
y nos dé el valor de salir de nosotros mismos
y de inclinarnos con amor
hacia la fragilidad de los demás
Amén
Oración de ofrecimiento
Padre Bueno, sé que estás conmigo.
Aquí estoy en este nuevo día.
Pon una vez más mi corazón junto al Corazón de tu Hijo Jesús, que se entrega por mí y que viene a mí en la Eucaristía, que tu Espíritu Santo me haga su amigo y su apóstol, disponible a su misión de compasión.
Pongo en tus manos mis alegrías y esperanzas, mis trabajos y sufrimientos, todo lo que soy y tengo, en comunión con mis hermanos y hermanas de esta Red Mundial de Oración.
Con María, te ofrezco mi jornada por la misión de la Iglesia y por las intenciones de oración del Papa y de mi Obispo para este mes. Amén.
Actitudes para la vida cotidiana
Celebración de la Eucaristía
No podemos olvidar el gran número de cristianos que, en el mundo entero, en dos mil años de historia, han resistido hasta la muerte por defender la eucaristía; y cuántos, todavía hoy, arriesgan la vida para participar en la misa dominical. «Sin el domingo no podemos vivir»: si no podemos celebrar la eucaristía, no podemos vivir, nuestra vida cristiana moriría.
¿Hay algo que puedas mejorar en tu participación en la Eucaristía diaria o dominical?
Escuchar la Palabra de Dios
La Palabra de Dios nutre y renueva la fe, ¡volvamos a ponerla en el centro de la oración y de la vida espiritual! Al centro la Palabra que nos revela cómo es Dios y nos hace cercanos a Él.
Acostúmbrate a que la Palabra de Dios forme parte esencial de tu oración
Compartir su vida
La Eucaristía sana porque nos une a Jesús: nos hace asimilar su manera de vivir, su capacidad de partirse y entregarse a los hermanos, de responder al mal con bien. Nos da el valor de salir de nosotros mismos y de inclinarnos con amor hacia la fragilidad de los demás. Como hace Dios con nosotros.
¿Quién, a tu alrededor, necesita del pan de tu presencia, de tu compañía, de tu acompañamiento?
Dejarse transformar
En tu oración, ¿compartes con Él tus fragilidades, confiando plenamente en su misericordia y en su capacidad para transformar tu vida?
Cada vez que recibimos el Pan de Vida, Jesús viene a dar un nuevo sentido a nuestras fragilidades. Nos recuerda que a sus ojos somos más valiosos de lo que pensamos. Nos dice que se complace si compartimos con Él nuestras fragilidades. Nos repite que su misericordia no teme nuestras miserias.
Abrirse a la misión
Esta es la lógica de la Eucaristía: recibimos a Jesús que nos ama y sana nuestras fragilidades para amar a los demás y ayudarles sus fragilidades. Y esto durante toda la vida.
¿Cómo está tu disponibilidad para colaborar en la misión de compasión a la que Jesús te llama?
Comentario del Papa Francisco: Por una vida eucarística
La misericordia de Jesús no teme nuestras miserias. Y, sobre todo, nos cura con amor de aquellas fragilidades que no podemos curar por nosotros mismos: ¿Qué fragilidades? Pensemos: la de sentir resentimiento hacia quienes nos han hecho daño —esta no la podemos sanar solos—; la de distanciarnos de los demás y aislarnos en nuestro interior — esta no la podemos sanar solos—; la de autocompadecernos y quejarnos sin encontrar descanso —tampoco esta la podemos sanar nosotros solos—. Es él quien nos sana con su presencia, con su pan, con la Eucaristía.
La Eucaristía es una medicina eficaz contra estas cerrazones. El Pan de Vida, de hecho, cura las rigideces y las transforma en docilidad. La Eucaristía sana porque nos une a Jesús: nos hace asimilar su manera de vivir, su capacidad de partirse y entregarse a los hermanos, de responder al mal con el bien. Nos da el valor de salir de nosotros mismos y de inclinarnos con amor hacia la fragilidad de los demás. Como hace Dios con nosotros.
Esta es la lógica de la Eucaristía: recibimos a Jesús que nos ama y sana nuestras fragilidades para amar a los demás y ayudarles en sus fragilidades. Y esto durante toda la vida. Hoy en la Liturgia de las Horas hemos rezado un himno: cuatro versos que son el resumen de toda la vida de Jesús. Y nos dicen que Jesús al nacer se hizo compañero de viaje en la vida. Después, en la cena, se dio como alimento. Luego, en la cruz, en su muerte, se hizo “precio”: pagó por nosotros. Y ahora, reinando en los Cielos es nuestro premio, que vamos a buscar, el que nos espera.
JULIO | Por una vida eucarística
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